Manuel Zapata Olivella comienza su obra Changó: El gran Putas invocando a las orishas, deidades africanas, para que le ayuden a componer esta epopeya disfrazada de novela. Tras cada palabra se escucha el ritmo de su canto como si este escrito fuese concebido más para ser escuchado que para ser leído. El resultado: una obra que parece como si hubiese sido capturada desde el puro aire-- un grabado del soplo vivo de un griot. Si el lector no está acostumbrado a este género puede ser difícil adentrarse en una novela de este género, pero si se llega a escuchar el ritmo de la prosodia se verá que esta obra tiene mucho que ofrecer.
La novela como tal está compuesta de cinco partes, las cuales podrían ser libros por sí solas: la primera parte trata sobre la esclavización de los africanos y su jornada al nuevo mundo; la segunda cuenta de la trata de esclavos por los portugueses, enfocandose en la historia de Benkos Biohó; la tercera parte nos lleva hasta Haití donde se narran los hechos de Toussaint Louverture, Henri Cristophe y sus compatriotas; la cuarta bascula entre las figuras de José María Morelos, Aleijadinho y otros; en la última y quinta parte se resume la experiencia de los afrodescendientes en los E.E.U.U. desde la esclavitud hasta el despertar del movimiento de afroconsciencia moderno.
En cinco cantos Zapata Olivella recorre siglos de historia del hemisferio Americano y los ata alrededor de una misma semilla ancestral: la africana. El logra todo esto sin romper el ritmo lírico del coro de ancestros que cuentan cada episodio. Me parece que este es el logro mayor de tan contundente volumen. Por esta razón considero que esta novela es la Ilíada Americana. Me explico:
En la Ilíada Homero narra el evento que inauguró una nueva identidad. Fué en la batalla de Troya que Grecia logró definirse por sí misma, aparte de las identidades persas y de las otras tribus helénicas arraigadas en Asia. Este evento fue tan significativo que (según cuenta la historia) los mismos dioses se hicieron partidarios de este proceso lleno de guerras y sangre.
Igualmente en Changó el autor dispone de distintas voces- a veces de dioses, a veces de espíritus, y en ocasiones de colectivos de difuntos- para estructurar de manera mítica el origen comúnmente pasado por alto por los habitantes de América. Sin abandonar el canto ancestral que guía el espíritu de vida en el exilio, Zapata Olivella describe un proceso de autodefinición tan abrumador como el de la Ilíada, lleno de angustias y horrores difíciles de olvidar. Un proceso de autodefinición en el que los mismos dioses participan.
El uso de la perspectiva mixta, que oscila entre la historia que cuentan los vivos, los muertos y los dioses, es una maniobra ingeniosa por Zapata Olivella. De este modo el autor rompe con los límites que separan a la memoria de la historia, a lo mundano de lo divino, y con ello reinterpreta las tradiciones históricas que hemos heredado de la perspectiva europea que alegan que las realidades del indio, del blanco y del negro son distintas.
Esta herencia intelectual colonial es un esquema bipolar que busca separar y clasificarlo todo en categorías opuestas (civilizado-primitivo | blanco-negro | alma-cuerpo | secular-religioso) esclavizándolo a la supuesta razón. Por lo tanto, el usar herramientas derivadas de esta tradición equivale a justificar el proceso colonizador. Es decir: No se puede establecer una nueva identidad, con las mismas herramientas que buscan defender un esquema antiguo.
«No olvidemos que la denuncia más violenta del Occidente que produjo Fraz Fanon fué escrita en el estilo elegante de Jean-Paul Sartre. El Occidente no construyó el colonialismo moderno solamente, sino que continúa informando la mayoría de las interpretaciones del mismo. Influye hasta la interpretación de la interpretación.»
(Ashis Nandy, The Intimate Enemy: Loss and Recovery of Self under Colonialism)
¡En qué trampa hemos caído!
Manuel Zapata Olivella comienza a batir la senda hacia la emancipación de la perspectiva colonial al usar el género «primitivo» de la epopeya . Me parece que contar historias en este modo y género es el único instrumento auténticamente descolonial y libertador que existe y quizás sea la única alternativa que nos queda para descartar el orden «académico» que nos continúa plagando.
«Olvídate de la academia, de los tiempos verbales, de las fronteras que separan la vida de la muerte, porque en esta saga no hay más huella que la que tú dejes…» (Changó)
«Olvídate de la academia»: Un tratado teórico no bastaría para derrumbar tan oprimente sistema, eso sería añadir fango a la tierra. La epopeya es la clave pues le permite al autor tomar licencia artística con tal de ilustrar realidades que el análisis histórico simplemente no permite comunicar. En la epopeya el proceso histórico se convierte en un proceso revelador, sucesos dejan de ser meros hechos en la lista infinita de datos y ocurrencias y cada personaje es elevado al nivel de la hiperrealidad, es decir: al nivel mitológico.
Por ejemplo, el Benkos Biohó histórico fue el líder de una rebelión de esclavos que, aunque exitosa, terminó costándole la vida cuando fué detenido, ahorcado y descuartizado por las autoridades coloniales. Sin embargo, en las manos de Zapata Olivella, Biohó es un rey injustamente apresado, pero cuyo deseo es de ser testigo de la verdadera vida con su muerte: «Deja que la hoguera me dé la vida que necesito y ve a liberar a los ekobios encadenados!»
El día de su ejecución termina siendo el día de la revelación de su verdadera identidad al ser transformado en un tipo de Cristo, con una corona de hojalata y un cetro de escoba. En la procesión hacia la hoguera sus compañeros (ahora traidores) lo confesaban entre sí como Mesías: «…este es el gran babalawo elegido de Eleguá…»
En su vejación y muerte Benkos Biohó desenmascara la parodia inhumana que son los poderes de este mundo. Su piel lo condenó, no importando su inocencia, pero en la condena y en la muerte encontró el verdadero poder y la liberación. Ahora es un ancestro inmortal.
«¡Para renacer hay que morir!... El hecho de que el pueblo negro haya podido sobrevivir tanta ignomia, recreándose siempre más poderoso, es una prueba irrefutable de que estamos señalados por Changó para cumplir el destino de liberar a los hombres.» (Changó)
Zapata Olivella presenta la identidad africana en América como piedra de tropiezo para el que no la quiera aceptar, pero piedra angular para quien la incorpore a sí mismo. Con este relato el autor busca que el lector llegue a reconciliar en sí mismo las raíces que rechaza.
«Tarde o temprano tenías que enfrentarte a esta verdad: la historia del hombre negro en América es tan tuya como la del indio o la del blanco que lo acompañarán a la conquista de la libertad de todos.» (Changó)
Cada vez que esta semilla es rechazada crece su poder, convirtiéndose eventualmente en una inevitabilidad. En ella se esconde la solución que reconciliará los opuestos para fundar una nueva identidad Americana:
«Pero América matriz del indio, vientre virgen violado siete veces por la Loba fecundada por el Muntu con su sangre sudores y sus gritos -revelome Changó- parirá un niño hijo negro hijo blanco hijo indio mitad tierra mitad árbol mitad leña mitad fuego por si mismo redimido» (Changó)
Hoy por hoy, la herencia negra es un enigma todavía sin descifrar. Por eso para muchos la presencia negra continúa siendo una presencia mítica, difícil de reconciliar con el punto de vista secular.
Muchos intuyen el aspecto mítico que la presencia negra admite, pero son pocos los que logran sembrarla en sí mismos. Lo universal se detalla en lo individual: La historia del negro es la historia del ser humano y el que no pueda ver su propio reflejo en el espejo de su piel, ha sido cegado por la luz falsa del reino de este mundo. Zapata Olivella nos lleva a la cumbre de esta realización.
Changó el Gran Putas es un llamado a re-evaluar nuestras raíces. Es un llamado a despertar a la realidad de que cada ancestro que contribuyó en el pasado continúa participando en el presente. Es un llamado a admitir lo que somos.
Desnúdate: súbete a la barca del exilio, deja todo galardón, alarde y uniforme que crees que mereces: blanco, rojo o negro. Has sido encadenado por los caprichos del destino navegando hacia un futuro cuyo significado se encuentra en tu propio pasado.
El delirio áureo de nuestros fundadores, que los llevó a imaginar que en esta tierra se encontraba El Dorado o la fuente de la juventud, fué el presentimiento de que en estas orillas hay algo codiciado. Esta es una tierra en donde la leyenda y los sueños parecen más reales que nuestra pobreza inmediata. Aquí los sueños se cosechan al por mayor, pues esta tierra ha sido saturada por la sangre negra-blanca-india de soñadores que nos siguen como fantasmas. Ancestros sin conocer, locos por que escuchemos sus historias y nos deshagamos de los vapores e ilusiones inútiles que continúan embriagándonos con anhelos de ser algo que nunca fuimos ni seremos (como dice el chiste «tengo un primo en España»).
Ya no queda espacio para escamotear nuestro pasado tras pretensiones de ascendencia. Es hora de dejar de ser espectadores y convertirnos en participantes de nuestro destino. Es hora de entender que la vida del hombre se extiende más allá de las fronteras de este mundo. Hay que anhelar la luna y ambicionar las estrellas. Hay que finalmente inaugurar el Hombre Cósmico, Hombre negro-blanco-rojo. Pero para llegar a ese logro tenemos que empezar por admitir nuestro exilio, pues en él se encuentra la semilla de un nuevo fruto.